Llevar a escena la vida de nuestros héroes y heroínas nacionales es un gran reto; tal vez, porque de la misma manera en que van evolucionando los tiempos, influenciados por las nuevas tecnologías y el cambio en los procesos de enseñanza-aprendizaje, la forma de narrar nuestra historia a través del escenario, debe re-analizarse. No se trata de redactar una noticia o crear un documental, sino de construir una pieza de arte capaz de entretener, conmover y sobre todo, ayudarnos a reflexionar. 

En el caso de Mariposas de Acero, entendimos que para volver a contar la historia de las hermanas Mirabal, era necesario comenzar por descubrir a las mujeres que el mundo ha escondido detrás de las heroínas, esas que conducidas por la fuerza y determinación que caracteriza este pueblo de valientes, fueron capaces de sacrificar sus vidas por la libertad de nuestra nación. 

Llevar esta historia a las nuevas generaciones es más que un compromiso, es un deber, una asignación pendiente que hoy estamos encaminados a cumplir. Ojalá que al salir del teatro nuestros jóvenes y adultos regresen a sus vidas entendiendo la importancia que tienen no solo estas tres heroínas de Ojo de Agua, sino también, todos los héroes y heroínas anónimas que protagonizaron ese momento histórico que indiscutiblemente forma parte de la zapata sobre la cual se construyó nuestra democracia.